APROPIADO Y QUE SIENTE BIEN.
En el vestido, lo mismo que en todas las demás
costas, tenemos el privilegio de honrar a nuestro Creador. El no sólo desea que nuestro vestido sea
limpio y saludable, sino apropiado y sentador (La Educación, pág. 342).
Debemos tratar de sacar el mejor partido de
nuestra apariencia. En el servicio del
tabernáculo, Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que
ministraban delante de él. Esto nos
enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que
le sirven. Fueron muy específicas las
instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas.
Así la indumentaria los que siguen a
Cristo, debe ser simbólica. En todas las
cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto
debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza.
(Joyas de los
Testimonios, tomo 2, págs. 393, 394).
LAS COSAS DE LA NATURALEZA SON ILUSTRACIONES.
Por medio de las cosas de la naturaleza, Cristo
nos enseña cuál es la belleza que el cielo aprecia, la gracia modesta, la
sencillez, la pureza, la corrección que harán nuestro atavío agradable a Dios.
(El Ministerio de Curación, pág. 221).
EL CARÁCTER SE PUEDE JUZGAR POR EL ESTILO DEL
VESTIDO.
El vestido y su arreglo en la persona son
generalmente un índice de lo que es el hombre o la mujer (Review and Herald,
30-1-1900). 388
Juzgamos el carácter de una persona por del
estilo el vestido que lleva. Una mujer
modesta y piadosa se vestirá con modestia.
El gusto refinado, la mente cultivada, se revelarán en la elección de un
atavío sencillo y apropiado. . . . La que es sencilla y modesta en su vestido y
en sus maneras, muestra que comprende que una verdadera mujer se caracteriza
por el valor moral. Cuán encantadora,
cuán interesante es la sencillez en el vestido, que en su gracia puede
compararse con las flores del campo.
(Id., 17-11-1904).
SE ENUNCIAN PRINCIPIOS GUIADORES.
Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan
cuidadosa y circunspectamente delante de Dios.
Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los
principios de salud. Vístanse nuestras
hermanas sencillamente, como muchas lo hacen, que el vestido sea de material
bueno y durable, apropiado para esta edad y que la cuestión del vestido no
llene la mente. Nuestras hermanas
debieran vestirse con sencillez.
Debieran vestirse con una ropa modesta, con pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del
adorno interno de la gracia de Dios (Manuscrito 167, 1897).
SÍGANSE LAS COSTUMBRES PREVALECIENTES SI SON
MODESTAS, SALUDABLES Y CONVENIENTES.
Los cristianos no debieran empeñarse en
convertirse en un hazmerreír vistiéndose en forma diferente del mundo. Pero si
al poner en práctica sus convicciones de lo que corresponde respecto a vestir
modesta y saludablemente se encuentra fuera de moda, no debiera cambiar su
vestido a fin de asemejarse al mundo.
Debieran manifestar una noble independencia y valor moral de hacer lo correcto
aunque todo el mundo difiera de ellos.
Si el mundo introduce una
moda recatada, conveniente y saludable, que este de acuerdo con la 389 Biblia,
no cambiará nuestra relación con Dios o con el mundo el adoptar tal estilo de
vestido.
Los
cristianos debieran seguir a Cristo y
hacer sus vestidos conforme a la Palabra de Dios. Debieran evitar los
extremos. Humildemente debieran seguir un sendero recto, sin tomar en cuenta el
aplauso o la censura Y debieran aferrarse a lo correcto por ser correcto.
(Testimonies, tomo 1, págs. 458, 459).
EVITAD LOS EXTREMOS.
No ocupéis vuestro tiempo esforzándoos por
seguir todas las necias modas del vestido.
Vestíos pulcra y atractivamente, pero no os convirtáis en el objeto de
observaciones ya sea por estar demasiado ataviados o por vestiros de una forma
descuidada y desaseada. Proceded como si
supierais que el ojo del cielo está sobre vosotros y que vivís bajo la
aprobación o desaprobación de Dios (Manuscrito 53, 1912).
El cuidado en el vestido no se debe confundir
con el orgullo. Hay quienes continuamente insisten en el orgullo y el vestido,
que descuidan sus propios atavíos, que piensan que la suciedad es una virtud y
se visten sin prolijidad y sin gusto, y su vestimenta con frecuencia tiene la
apariencia de una bolsa [saco] que los recubre.
Sus atavíos son sucios, y sin embargo los tales siempre hablan contra el
orgullo. Clasifican a la decencia y a la
limpieza con el orgullo (Review and Herald, 23-1-1900).
Los que son desprolijos y desaseados en el
vestido rara vez se distinguen por su conversación elevada y poseen
sentimientos poco refinados. A veces consideran que la extravagancia y la
tosquedad son humildad.
(Id., 30-1-1900).
CRISTO NOS ADVIRTIÓ.
Cristo hizo resaltar la devoción al vestido y
previno, sí, ordenó a sus seguidores que no se preocuparan demasiado por
él. "Y por el vestido, ¿por qué os
afanáis? Considerad los lirios del
campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan 390 pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos". . . . El orgullo y la
extravagancia en el vestido son pecados a los cuales están propensas
especialmente las mujeres. De ahí que
estas advertencias se refieran directamente a ellas. ¡De cuán poco valor son el
oro, las perlas, o el atavío costoso cuando se comparan con la humildad y el
encanto de Cristo!
(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 93, 94).
INSTRUCCIÓN BÍBLICA PARA EL PUEBLO DE DIOS.
Se me indicaron los siguientes pasajes. Dijo el ángel: "Han de instruir al
pueblo de Dios". 1 Timoteo 2: 9, 10; "Asimismo que las mujeres se
atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia no con peinado ostentoso, ni
oro, ni perla, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a
mujeres que profesan piedad" 1 Ped. 3: 3-5; "Vuestro atavío no sea el
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino
el interno, el del corazón, en el incorruptible, ornato de un espíritu afable y
apacible, que es de grande estima
delante de Dios. Porque así también se
ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres" (Testimonies, tomo 1,
pág. 189).
Muchas consideran que esas órdenes son
demasiado anticuadas para que se les preste atención; pero el que las dio a sus
discípulos, comprendía los peligros que entrañaría en nuestro tiempo el amor al
vestido, y nos envió la consiguiente amonestación. ¿Le prestaremos atención y
seremos sabios? (Joyas de los Testimonios tomo 1, pág. 594).
Los que realmente tratan de seguir a Cristo
tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por
satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor [1 Ped.
3: 3-5] (Mensajes para los Jóvenes, págs. 343, 344). 391
PELIGROS DEL AMOR AL VESTIDO.
El amor al vestido hace peligrar la moralidad,
y hace de la mujer lo contrario de una dama cristiana, caracterizada por la modestia
y la sobriedad (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 600).
El vestido ostentoso y extravagante con
demasiada frecuencia fomenta la concupiscencia en el corazón del que lo lleva y
despierta bajas pasiones en el corazón del que mira. Dios ve que la ruina del carácter es
precedida frecuentemente por la complacencia del orgullo y de la vanidad en el
vestido. Ve que los atavíos costosos
sofocan el deseo de hacer el bien (Testimonies, tomo 4. pág. 645).
EL TESTIMONIO DE LA SENCILLEZ EN EL VESTIDO.
El vestido simple, sencillo y sin ostentación
será una recomendación para mis hermanas jóvenes. De ninguna forma mejor podéis
hacer brillar vuestra luz a otros que mediante vuestra sencillez en el vestido
y vuestro comportamiento. Podéis mostrar a todos que, en comparación con las
cosas eternas, colocáis una estimación adecuada en las cosas de esta vida.
(Id.,
tomo 3, pág. 376).
EL RECATO PROTEGERÁ DE MIL PELIGROS.
Mis hermanas, evitad aun la apariencia de mal.
En esta era disoluta, saturada de corrupción, no estáis seguros a menos que
estéis protegidas. La virtud y el recato
son raros. Os exhorto, como seguidoras
de Cristo que hacéis una elevada profesión, que acariciéis la preciosa y sin
par gema del recato. Ella preservará la
virtud (Id., tomo 2, pág. 458).
La casta sencillez en el vestir, unida a la
modestia de conducta será de mucha mayor influencia para rodear a una joven de
una atmósfera de reserva sagrada que será para ella un escudo contra miles de
peligros.
(La Educación, pág. 242).
UNA IDEA ANTICUADA.
Se piensa que es una idea completamente
extravagante y anticuada el preparar 392 a los niños para que caminen por la
angosta senda de la pureza y la santidad.
Esto prevalece aun entre los padres que profesan adorar a Dios, pero sus
obras testifican que son adoradores de Mamón.
Tienen la ambición de competir con sus vecinos y de resaltar, en su
vestimenta y en la de sus hijos, dentro de los miembros de la iglesia a la cual
pertenecen (Sings of the Times, 10-9-1894).
EL ÚNICO VESTIDO QUE SE ADMITE EN EL CIELO.
Hay un vestido que cada niño y cada joven
puede buscar inocentemente. Es la
justicia de los santos. Si tan sólo
fueran tan dispuestos y perseverantes en obtener esto, como son en arreglar sus
vestidos de acuerdo con las modas de
sociedad mundana, pronto estarían revestidos con la justicia de Cristo y
sus nombres no serían borrados del libro de la vidas. Las madres, tanto como las jóvenes y niñas,
necesitan orar: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mi" (Salmo 51: 10). Esta pureza de corazón y gracia del espíritu
son más preciosas que el oro, tanto para este tiempo como para la
eternidad. Solo los puros de corazón
verán a Dios.
Por lo tanto, madres, enseñad a vuestras
hijas, línea sobre línea y precepto sobre precepto, que la justicia de Cristo
es el único vestido con el que podrán ser admitidas en el cielo y que
revestidas con este atavío continuamente realizarán sus deberes en esta vida
glorificando a Dios (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 95). 393 EGWCN
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