"Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron". Rom. 15:4. 
C.- BIOGRAFÍAS DE GRANDES HOMBRES.
"El fruto del justo es árbol de vida". Prov. 11:30.
LA
 HISTORIA sagrada ofrece muchas ilustraciones de los resultados de la 
verdadera educación; muchos nobles ejemplos de hombres cuyos caracteres 
se formaron bajo la bendición divina; hombres cuyas vidas fueron una 
bendición para sus semejantes y que vivieron en el mundo como 
representantes de Dios.  Entre ellos figuran José y Daniel, Moisés, 
Eliseo y Pablo, los mayores estadistas, el mayor legislador, uno de los 
reformadores más fieles y, a excepción de Aquel que habló como jamás 
habló hombre alguno, el maestro más ilustre que este mundo haya 
conocido.
1.- JOSÉ
En
 los primeros tiempos de su vida, al pasar de la juventud a la 
virilidad, José y Daniel fueron separados de sus hogares y llevados 
cautivos a países paganos.  José, especialmente, fue expuesto a las 
tentaciones que acompañan a los grandes cambios de fortuna. En la casa 
de su padre fue un niño tiernamente mimado; en la casa de Potifar fue 
esclavo, y luego confidente y compañero; hombre de negocios, educado 
mediante el estudio, la observación y el contacto con los hombres; en la
 cárcel de Faraón fue un preso del estado, condenado injustamente, que 
no tenía esperanza de vindicación ni perspectiva de libertad; en un 
momento de gran crisis fue llamado a actuar en el gobierno de la nación.
 ¿Qué lo capacitaba para conservar su integridad?
Nadie
 puede mantenerse en una gran altura sin peligro.  Del mismo modo que la
 tempestad que deja 52 intacta la flor del valle, desarraiga el árbol de
 la cima de la montaña, las fieras tentaciones que dejan intacto al de 
condición humilde, asaltan a los que ocupan los lugares más elevados del
 mundo en cuanto a éxito y honor.  Pero José resistió igualmente la 
prueba de la prosperidad y la adversidad. En el palacio de Faraón puso 
de manifiesto la misma fidelidad que en la celda de la cárcel.
En
 su niñez se le había enseñado a amar y temer a Dios.  A menudo se le 
había contado, en la tienda de su padre, bajo las estrellas de Siria, la
 historia de la visión nocturna de Betel, de la escalera entre el cielo y
 la tierra, de los ángeles que subían y bajaban, y de Aquel que se 
reveló a Jacob desde el trono de lo alto. Se le había contado la 
historia del conflicto habido junto al Jaboc, donde, después de 
renunciar a pecados arraigados, Jacob fue vencedor y recibió el título 
de príncipe con Dios.
Mientras
 era pastorcillo y cuidaba los rebaños de su padre, la vida pura y 
sencilla de José había favorecido el desarrollo de las facultades 
físicas y mentales. Por la comunión con Dios mediante la naturaleza, y 
el estudio de las grandes verdades transmitidas de padre a hijo, como 
cometido sagrado, obtuvo fuerza mental y firmeza de principios.
Cuando
 se produjo la crisis de su vida, durante el viaje terrible que hizo 
desde el hogar de su niñez, situado en Canaán, a la esclavitud que le 
esperaba en Egipto, al contemplar por última vez las colinas que 
ocultaban las tiendas de su parentela, José recordó al Dios de su padre.
 Recordó las lecciones aprendidas en su niñez y su alma se conmovió 
cuando hizo la resolución de ser fiel, y conducirse siempre como 
corresponde a un súbdito del Rey del cielo.
José
 permaneció fiel durante su amarga vida como extranjero y esclavo, en 
medio de las escenas y los ruidos del vicio y las seducciones del culto 
pagano, 53 culto rodeado de todos los atractivos de la riqueza, la 
cultura y la pompa de la realeza. Había aprendido la lección de la 
obediencia al deber. La fidelidad en cualquier situación, desde la más 
humilde a la más encumbrada, adiestró todas sus facultades para un 
servicio más elevado.
Cuando
 fue llamado a la corte de Faraón, Egipto era la nación más poderosa. En
 cuanto a civilización, arte y ciencia, no tenía rival. José administró 
los negocios del reino en una época de dificultad y peligro extremos, y 
lo hizo de un modo que cautivó la confianza del rey y del pueblo. Faraón
 lo puso por "señor de su casa, y por gobernador de todas sus 
posesiones, para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, y a sus 
ancianos enseñara sabiduría".*Sal. 105:21,22.
La
 inspiración ha puesto ante nosotros el secreto de la vida de José. 
Jacob, con palabras de belleza y poder divinos, habló así de su hijo 
predilecto, 
cuando bendijo a sus hijos:
 "Rama fructífera es José,
    Rama fructífera junto a una fuente,
 Cuyos vástagos se extienden sobre el muro.
 Le causaron amargura, le asaetearon,
 Y le aborrecieron los arqueros;
 Mas su arco se mantuvo poderoso,
 Y los brazos de sus manos se fortalecieron
 Por las manos del Fuerte de Jacob. . .
 Por el Dios de tu padre, el cual te ayudará,
 Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones 
de los cielos de arriba,
 Con bendiciones del abismo que está abajo. 
 Las bendiciones de tu padre
 Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores;
 Hasta el término de los collados eternos
 Serán sobre la cabeza de José".*Gen. 49:22-26.             54
La lealtad a Dios, la fe en el Invisible, constituían el ancla de José.  En esto residía el secreto de su poder. "Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob"
2.- DANIEL UN EMBAJADOR DEL CIELO.
Daniel
 y sus compañeros fueron aparentemente más favorecidos en su juventud 
por la suerte, en Babilonia, que José en los primeros años de su vida en
 Egipto; sin embargo, fueron sometidos a pruebas de carácter apenas 
menos severas.  De su hogar relativamente sencillo de Judea, estos 
jóvenes de linaje real fueron transportados a la ciudad más magnífica, a
 la corte del más grande monarca, y fueron escogidos para ser educados 
para el servicio especial del rey.  En esa corte corrompida y lujosa 
estaban rodeados de fuertes tentaciones. Los vencedores mencionaban con 
jactancia el hecho de que ellos, adoradores de Jehová, fueran cautivos 
de Babilonia; que los vasos de la casa de Dios hubiesen sido colocados 
en el templo de los dioses de Babilonia; que el rey de Israel fuese 
prisionero de los babilonios, como evidencia de que su religión y sus 
costumbres eran superiores a la religión y las costumbres de los 
hebreos.  En esas circunstancias, por medio de las mismas humillaciones 
que eran el resultado de que Israel se había apartado de los 
mandamientos de Dios, el Señor dio a Babilonia la evidencia de su 
supremacía, de la santidad de sus demandas y del resultado seguro de la 
obediencia. Y dio ese testimonio del único modo que podía ser dado: Por 
medio de los que seguían siendo fieles.
Una
 prueba decisiva les sobrevino a Daniel y sus compañeros al empezar su 
carrera. La orden de que se les sirviera la comida de la mesa real era 
una 55 expresión del favor del rey, y del interés que tenía por su 
bienestar. Pero como una porción era ofrecida a los ídolos, la comida de
 la mesa del rey era consagrada a la idolatría: y si los jóvenes 
participaban de ella se iba a considerar que rendían homenaje a los 
dioses falsos. La lealtad a Jehová les prohibía que tuvieran parte en 
semejante homenaje.  Tampoco se atrevían ellos a arriesgarse a sufrir 
los efectos enervantes del lujo y la disipación sobre su desarrollo 
físico, mental y espiritual.
Daniel
 y sus compañeros habían sido instruidos fielmente en los principios de 
la Palabra de Dios. Habían aprendido a sacrificar lo terrenal a lo 
espiritual, a buscar el mayor bien. Y cosecharon la recompensa. Sus 
hábitos de temperancia y su sentido de la responsabilidad que tenían 
como representantes de Dios, produjeron el más noble desarrollo de las 
facultades del cuerpo, la mente y el alma. Cuando terminó su 
preparación, al ser examinados con otros candidatos a los honores del 
reino, no fue hallado ninguno "como Daniel, Ananías, Misael, y Azarías".
 *Dan. 1:19. 
En
 la corte de Babilonia había representantes de todos los países, hombres
 de los más selectos talentos, ricamente dotados de dones naturales, y 
poseedores de la más elevada cultura que este mundo puede ofrecer, y sin
 embargo, en medio de todos ellos, los hebreos cautivos no tenían 
rival.  Eran incomparables en fuerza y belleza física, en vigor mental y
 en saber. "Y en todo asunto de sabiduría e inteligencia en que el rey 
les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y 
astrólogos que había en todo su reino".*Dan. 1:20.
Inconmovible
 en su lealtad a Dios y firme en el dominio propio, la noble dignidad y 
la cortés deferencia 56  de Daniel le conquistaron en su juventud la 
"gracia y . . . buena voluntad" del funcionario pagano a cuyo cargo 
estaba. Las mismas cualidades caracterizaron toda su vida. Rápidamente 
ascendió al puesto de primer ministro del reino. Durante el reinado de 
monarcas sucesivos, y cuando cayó la nación y se estableció un reino 
rival, su sabiduría y sus condiciones de estadista fueron tales, tan 
perfectos su tacto, su cortesía, y la bondad natural de su corazón, 
combinados con su fidelidad a los buenos principios, que hasta sus 
enemigos se vieron obligados a confesar que "no podían hallar ocasión 
alguna o falta, porque él era fiel".*Dan. 6:4.
Mientras
 Daniel se aferraba a Dios con confianza inquebrantable, descendió sobre
 él el espíritu del poder profético.  Mientras era honrado por los 
hombres con las responsabilidades de la corte y los secretos del reino, 
fue honrado por Dios como embajador suyo, y aprendió a leer los 
misterios de los siglos futuros.  Los monarcas paganos, gracias a su 
relación con el representante del cielo, se vieron obligados a reconocer
 al Dios de Daniel. "Ciertamente el Dios vuestro -declaró Nabucodonosor-
 es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los 
misterios".  Y Darío, en su proclama "a todos los pueblos, naciones y 
lenguas que habitan en la tierra" ensalzó al "Dios de Daniel", cómo "el 
Dios viviente" que "permanece por todos los siglos, y su reino no será 
jamás destruido", que "salva y libra. . . y hace señales y maravillas en
 el cielo y en la tierra".*Dan. 2:47; 6:25-27.
3.- HOMBRES LEALES Y HONRADOS.
Por
 su sabiduría y su justicia, por la pureza y la bondad de sus vidas 
diarias, por su devoción a los intereses del pueblo, aunque era 
idólatra, José y Daniel demostraron ser fieles a los principios de la 57
 educación recibida en su niñez, fieles a Aquel de quien eran 
representantes.  Estos hombres fueron honrados por la nación entera 
tanto en Egipto como en Babilonia.  Un pueblo pagano y todas las 
naciones con las cuales estaban relacionados, contemplaron en ellos una 
ilustración de la bondad y la benevolencia de Dios, una ilustración del 
amor de Cristo.
¡Qué
 vocación la de estos nobles hebreos!  Al despedirse del hogar de su 
infancia, difícilmente pudieron haber soñado con el elevado destino que 
les esperaba.  Su naturaleza fiel y firme se entregó a la dirección 
divina para que Dios pudiese cumplir su propósito por medio de ellos. 
Dios
 desea revelar hoy, por medio de los jóvenes y niños, las mismas 
poderosas verdades que reveló mediante estos hombres. Las historias de 
José y Daniel son una ilustración de lo que el Señor hará por los que se
 entregan a él y se esfuerzan de todo corazón por llevar a cabo su 
propósito.
La
 mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se 
compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus 
almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; 
hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; 
hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los
 cielos.
Pero
 semejante carácter no es el resultado de la casualidad; no se debe a 
favores o dones especiales de la Providencia.  Un carácter noble es el 
resultado de la autodisciplina, de la sujeción de la naturaleza baja a 
la superior, de la entrega del yo al servicio de amor a Dios y al 
hombre.
Es
 necesario inculcar en los jóvenes la verdad de que sus dones no les 
pertenecen.  La fuerza, el tiempo, el intelecto, no son sino tesoros 
prestados.  Pertenecen a Dios, y todo joven debería resolverse a darles 
el uso más elevado; él es una rama de la cual Dios 58 espera fruto; un 
mayordomo cuyo capital debe producir dividendos; una luz para iluminar 
la oscuridad del mundo.
Todo joven y todo niño tienen una obra que hacer para la honra de Dios y la elevación de la humanidad.
4.- ELÍSEO, FIEL EN LAS COSAS PEQUEÑAS.
Los
 primeros años de la existencia del profeta Eliseo transcurrieron en la 
quietud de la vida campestre bajo la enseñanza de Dios y la naturaleza, y
 la disciplina del trabajo útil.  En una época de apostasía casi 
universal, la familia de su padre se contaba entre los que no habían 
doblado la rodilla ante Baal. En ese hogar se honraba a Dios, y la 
fidelidad al deber era la norma de la vida diaria.
Como
 hijo de un rico agricultor, Eliseo había echado mano del trabajo que 
tenía más cerca. Aunque poseía aptitudes para dirigir a los hombres, se 
lo instruyó en los deberes comunes de la vida. A fin de dirigir 
sabiamente, debía aprender a obedecer. La fidelidad en las cosas 
pequeñas lo preparó para llevar responsabilidades mayores.
Aunque
 era dócil y manso, Eliseo poseía también energía y firmeza. Abrigaba el
 amor y el temor de Dios, y de la humilde rutina del trabajo diario 
obtuvo fuerza de propósito y nobleza de carácter, y creció en la gracia y
 el conocimiento divinos.  Mientras cooperaba con su padre en los 
trabajos del hogar, aprendía a cooperar con Dios.
Eliseo
 recibió el llamado profético mientras araba el campo, con los criados 
de su padre. Cuando Elías, dirigido divinamente en la elección de un 
sucesor, echó su manto sobre los hombros del joven, Eliseo reconoció y 
obedeció la orden.  "Y fue tras Elías, y le servía". *1Rey. 19:21. No 
fue grande el trabajo que al principio 59 se exigió de Eliseo; las 
obligaciones comunes seguían constituyendo su disciplina.  Se dice que 
él vertía agua en las manos de Elías, su maestro.  Como ayudante 
personal del profeta, siguió siendo fiel en las cosas pequeñas, al par 
que con un propósito que se fortalecía diariamente se consagraba a la 
misión que le había sido asignada por Dios.
Cuando
 recibió el llamado, se puso a prueba su resolución. Al volverse para 
seguir a Elías, el profeta le dijo que regresara a su casa. Debía 
calcular el costo, decidir por sí mismo si había de aceptar o rechazar 
el llamamiento. Pero Eliseo comprendió el valor de su oportunidad. Por 
ninguna ventaja mundanal hubiera dejado pasar la posibilidad de llegar a
 ser mensajero de Dios, o hubiese sacrificado el privilegio de asociarse
 con su siervo.
Al
 transcurrir el tiempo y estar preparado Elías para la traslación, 
también Eliseo estaba listo para ser su sucesor.  Nuevamente fueron 
probadas su fe y su resolución.  Mientras acompañaba a Elías en su gira 
de servicio, sabiendo que la traslación del profeta estaba próxima, éste
 en todos los lugares lo invitaba a que se volviera. "Quédate ahora aquí
 -decía Elías- porque Jehová me ha enviado a Bet-el". * 2 Rey. 2:2. Pero
 al manejar el arado, Eliseo había aprendido a no ceder ni desanimarse, y
 entonces, al poner la mano en el arado en otro ramo de trabajo, no 
quería que nadie lo desviara de su propósito. Tan pronto como se le 
decía que se volviera, respondía: "Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré".*2 Rey. 2:2.
"Fueron,
 pues, ambos. . . Y ellos dos se pararon junto al Jordán. Tomando 
entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se 
apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco.  Cuando 
habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo 60 que quieras que haga por 
ti, antes que yo sea quitado de ti.  Y dijo Eliseo: Te ruego que una 
doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has 
pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas 
si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de 
fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en 
un torbellino.
"Viéndolo
 Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a
 caballo!  Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos
 partes.  Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y
 se paró a la orilla del Jordán. Y tomando el manto de Elías que se le 
había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de 
Elías?  Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a
 uno y a otro lado, y pasó Eliseo.  Viéndole los hijos de los profetas 
que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó
 sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él".*2 
Rey. 2:6-15.
A partir de ese momento, Eliseo ocupó el lugar de Elías. Y el que había sido fiel en lo poco, demostró ser fiel en lo mucho.
Elías,
 el hombre de poder, había sido instrumento de Dios para vencer males 
gigantescos.  Había abatido la idolatría que, sostenida por Acab y la 
pagana Jezabel, había seducido a la nación.  Había dado muerte a los 
profetas de Baal. Todo el pueblo de Israel había sido profundamente 
conmovido, y muchos volvían al culto de Dios.  Para suceder a Elías se 
necesitaba un hombre que por medio de una instrucción cuidadosa 61 y 
paciente, pudiera guiar a Israel por caminos seguros. La educación que 
recibió Eliseo durante sus primeros años, bajo la dirección de Dios, lo 
preparó para esa obra.
La
 lección es para todos. Nadie puede saber cuál será el propósito de la 
disciplina de Dios, pero todos pueden estar seguros de que la fidelidad 
en las cosas pequeñas es evidencia de la idoneidad para llevar 
responsabilidades más grandes. Cada acto de la vida es una revelación 
del carácter, y sólo aquel que en los pequeños deberes demuestra ser 
"obrero que no tiene de qué avergonzarse"*2Tim. 2:15, será honrado por 
Dios con responsabilidades mayores.
5.- MOISÉS, PODEROSO POR LA FE.
Cuando
 quedó privado del cuidado protector del hogar de su infancia, Moisés 
era menor que José y Daniel y, sin embargo, ya habían amoldado su 
carácter los mismos instrumentos que amoldaron la vida de aquéllos. Pasó
 solamente doce años con su parentela hebrea, pero durante ese tiempo 
puso el cimiento de su grandeza una persona de fama poco pregonada.
Jocabed
 era mujer y esclava. Su destino en la vida era humilde, y su carga 
pesada. Sin embargo, el mundo no ha recibido beneficios mayores mediante
 ninguna otra mujer, con excepción de María de Nazaret.  Sabiendo que su
 hijo había de pasar pronto de su cuidado al de los que no conocían a 
Dios, se esforzó con más fervor aún para unir su alma con el cielo.  
Trató de implantar en su corazón el amor y la lealtad a Dios. Y llevó a 
cabo fielmente esa obra. Ninguna influencia posterior pudo inducir a 
Moisés a renunciar a los principios de verdad que eran el centro de la 
enseñanza de su madre. 62
Del
 humilde hogar de Gosén, el hijo de Jocabed pasó al palacio de los 
faraones, al cuidado de la princesa egipcia que le dio la bienvenida 
como a un hijo amado y mimado.  Moisés recibió en las escuelas de Egipto
 la más elevada educación civil y militar.  Dotado de grandes atractivos
 personales, de formas y estatura nobles, de mente cultivada y porte 
principesco, y renombrado como jefe militar, llegó a ser el orgullo de 
la nación.  El rey de Egipto era también miembro del sacerdocio, y 
Moisés, aunque se negaba a tener parte en el culto pagano, fue iniciado 
en todos los misterios de la religión egipcia. Siendo aún Egipto en ese 
tiempo la nación más poderosa y civilizada, Moisés, como soberano en 
perspectiva, era heredero de los mayores honores que el mundo le podía 
otorgar. 
Pero
 su elección fue más noble. Por el honor de Dios y el libramiento de su 
pueblo oprimido, Moisés sacrificó los honores de Egipto. Entonces Dios 
se encargó en un sentido especial de su educación. Moisés
 no estaba aún preparado para la obra de su vida. Todavía tenía que 
aprender a depender del poder divino. Había entendido mal el propósito 
de Dios. Su esperanza era librar a Israel por la fuerza de las armas. 
Para ello, lo arriesgó todo, y fracasó. Derrotado y desalentado, se 
transformó en fugitivo y desterrado en un país extraño.
*EN LA UNIVERSIDAD DEL DESIERTO.
Moisés
 pasó cuarenta años en los desiertos de Madián, como pastor de ovejas. 
Aparentemente apartado para siempre de la misión de su vida, recibió la 
disciplina esencial para su realización. Mediante el dominio propio, 
debía obtener sabiduría para gobernar una multitud ignorante e 
indisciplinado.  En el cuidado de las ovejas y los tiernos corderitos, 
debía obtener la experiencia que iba a convertirlo en un fiel 63 y 
tolerante Pastor de Israel.  Para llegar a ser representante de Dios, 
debía recibir enseñanza de él.
Las
 influencias que lo habían rodeado en Egipto, el afecto de su madre 
adoptiva, su posición como nieto del rey, el lujo y el vicio que atraían
 en mil formas distintas, el refinamiento, la sutileza y el misticismo 
de una religión falsa, habían impresionado su mente y su carácter. Todo 
esto desapareció en la austera sencillez del desierto.
En
 medio de la solemne majestad de la soledad de las montañas, Moisés se 
encontró solo con Dios. Por todas partes estaba escrito el nombre del 
Creador. Moisés parecía hallarse en su presencia, bajo la sombra de su 
poder.  Allí desapareció su engreimiento.  En presencia del Ser Infinito
 se dio cuenta de lo débil, deficiente y corto de visión que es el 
hombre.
Allí
 obtuvo Moisés lo que lo acompañó durante los años de su vida llena de 
trabajos y cuidados: El sentimiento de la presencia personal del Ser 
Divino.  No sólo vio a través de los siglos que Cristo sería manifestado
 en la carne; vio a Cristo acompañando a las huestes de Israel en todos 
sus viajes. Cuando era mal comprendido o se tergiversaba lo que él 
decía, cuando tenía que aguantar reproches e insultos, hacer frente al 
peligro y la muerte, podía soportarlo "porque se sostuvo como viendo al 
Invisible".* Heb. 11:27.
Moisés
 no sólo pensaba en Dios, sino que lo veía.  Dios era la visión 
constante que tenía delante de sí.  Nunca perdía de vista su rostro. Para
 Moisés la fe no era una conjetura, sino una realidad.  Creía que Dios 
regía su vida en particular, y lo reconocía en todos sus detalles.  
Confiaba en él a fin de obtener fuerza para resistir todas las 
tentaciones. 64
Quería
 obtener el mayor éxito posible en la obra que se le había asignado, y 
depositaba toda su confianza en el poder divino. Sentía su necesidad de 
ayuda, la pedía, se aferraba a ella por la fe, y seguía adelante 
contando con la seguridad de una fuerza sostenedora.
Tal
 fue la experiencia que adquirió Moisés durante los cuarenta años de 
educación en el desierto.  La sabiduría infinita no consideró este 
período como demasiado largo, ni como demasiado grande el precio que 
costaba impartir una experiencia semejante.
Los
 resultados de esa educación, de las lecciones allí enseñadas, están 
ligados, no sólo con la historia de Israel, sino con todo lo que desde 
ese día hasta hoy ha resultado para progreso del mundo.  El mayor 
testimonio dado acerca de la grandeza de Moisés, el juicio pronunciado 
sobre su vida por la Inspiración, es: "Y nunca más se levantó profeta en
 Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara".*Deut. 
34:10.
6.- PABLO, GOZOSO EN EL SERVICIO.
A
 la fe y la experiencia de los discípulos galileos que habían acompañado
 a Jesús, se unieron en la obra del Evangelio el fogoso vigor y el poder
 intelectual de un rabino de Jerusalén.  Siendo ciudadano romano, nacido
 en una ciudad gentil; siendo judío, no sólo por ascendencia, sino por 
educación, celo patriótico y fe religiosa de toda una vida; y habiendo 
sido educado en Jerusalén por los rabinos más eminentes, e instruido en 
todas las leyes y tradiciones de los padres, Saulo de Tarso compartía en
 toda su intensidad el orgullo y los prejuicios de su nación.  
Cuando
 aún era joven, llegó a ser un honrado miembro del Sanedrín.  Se lo 
tenía por hombre promisorio, y celoso defensor de la antigua fe. 65
En
 las escuelas teológicas de Judea, la Palabra de Dios había sido 
sustituida por las especulaciones humanas; las tradiciones e 
interpretaciones de los rabinos la despojaban de su poder.  El 
engrandecimiento propio, el amor al dominio, la exclusividad celosa, el 
fanatismo y el orgullo despectivo, eran los principios y motivos 
predominantes de esos maestros.
Los
 rabinos se enorgullecían de su superioridad, no sólo sobre los 
habitantes de otras naciones, sino sobre las multitudes de la suya 
propia.  Dominados por el odio hacia sus opresores romanos, abrigaban la
 determinación de recobrar por la fuerza de las armas su supremacía 
nacional.  Odiaban y daban muerte, a los seguidores de Jesús, cuyo 
mensaje de paz era tan opuesto a sus proyectos ambiciosos. Y en esta 
persecución Pablo era uno de los más crueles e implacables actores.
En
 las escuelas militares de Egipto, Moisés había aprendido la ley de la 
fuerza, y esta enseñanza influyó tanto en su carácter, que fueron 
necesarios cuarenta años de quietud y comunión con Dios y la naturaleza,
 a fin de prepararlo para dirigir a Israel según el amor. 
Pablo tuvo que aprender la misma lección. A las puertas de Damasco, la visión del Crucificado cambió todo el curso de su vida. El perseguidor se convirtió en discípulo, el maestro en alumno. Los días de oscuridad pasados en la soledad, en Damasco, fueron como años para su vida. Su estudio lo constituían las Escrituras del Antiguo Testamento, atesoradas en su memoria, y Cristo era su Maestro. También fue para él una escuela la soledad de la naturaleza. Fue al desierto de Arabia para estudiar las Escrituras y aprender de Dios. Limpió su alma de los prejuicios y las tradiciones que habían amoldado su vida y recibió instrucción de la Fuente de verdad.
Pablo tuvo que aprender la misma lección. A las puertas de Damasco, la visión del Crucificado cambió todo el curso de su vida. El perseguidor se convirtió en discípulo, el maestro en alumno. Los días de oscuridad pasados en la soledad, en Damasco, fueron como años para su vida. Su estudio lo constituían las Escrituras del Antiguo Testamento, atesoradas en su memoria, y Cristo era su Maestro. También fue para él una escuela la soledad de la naturaleza. Fue al desierto de Arabia para estudiar las Escrituras y aprender de Dios. Limpió su alma de los prejuicios y las tradiciones que habían amoldado su vida y recibió instrucción de la Fuente de verdad.
Su
 vida ulterior fue inspirada por el principio de la abnegación, el 
ministerio del amor. "A griegos y a 66 no griegos, a sabios y a no 
sabios -dijo- soy deudor". *Rom. 1:14. "El amor de Cristo nos 
constriñe".
*2 Cor. 5:14.
*2 Cor. 5:14.
Pablo,
 el más grande maestro humano, aceptaba tanto los deberes más humildes 
como los más elevados.  Reconocía la necesidad del trabajo, tanto para 
las manos como para la mente, y desempeñaba un oficio para mantenerse.  
Se dedicaba a la fabricación de tiendas mientras predicaba diariamente 
el Evangelio en los grandes centros civilizados. 
"Antes
 vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que 
están conmigo -dijo cuándo se despedía de los ancianos de Éfeso-, estas 
manos me han servido".*Hechos 20:34.
Al
 par que poseía altas dotes intelectuales, Pablo revelaba en su vida el 
poder de una sabiduría aún más rara.  Sus enseñanzas, ejemplificadas por
 su vida, revelan principios de la más profunda significación, que eran 
ignorados por los grandes espíritus de su tiempo.  Poseía la más elevada
 de todas las sabidurías que da una pronta perspicacia y simpatía, que 
pone al hombre en contacto con los hombres, y lo capacita para despertar
 la naturaleza mejor de sus semejantes e inspirarles a vivir una vida 
más elevada.
Escuchad
 las palabras que pronunció ante los paganos de Listra, al indicarles a 
Dios revelado en la naturaleza como Fuente de todo bien, que nos da 
"lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de 
alegría nuestros corazones". *Hechos 14:17.
Vedle
 en la cárcel de Filipos donde, a pesar del dolor que abruma su cuerpo, 
su canto de alabanza rasga el silencio de la noche.  
Después
 que el terremoto ha abierto las puertas de la cárcel, se vuelve a oír 
su voz en palabras de aliento para el carcelero pagano: "No te hagas 
ningún mal, pues todos estamos aquí".*Hechos 16:28. 
Todos
 habían permanecido en su sitio, contenidos por la presencia de un 
compañero de prisión. 67 Y el carcelero, convencido de la realidad de 
aquella fe que sostenía a Pablo, se interesó por el camino de la 
salvación, y con toda su casa se unió al perseguido grupo de discípulos 
de Cristo.
*EL TESTIMONIO DE PABLO.
Ved
 a Pablo en Atenas, ante el concilio del Areópago, donde hace frente a 
la ciencia con ciencia, a la lógica con lógica y a la filosofía con 
filosofía.  Notad cómo, con un tacto nacido del amor divino, señala a 
Jehová como "al Dios no conocido" a quien sus oyentes han adorado 
ignorantemente, y citando palabras de un poeta griego, lo describe como 
Padre del cual ellos son hijos.  Escuchadlo exponer, en esa época de 
castas sociales, cuando no se reconocían en absoluto los derechos del 
hombre como hombre, la gran verdad de la fraternidad humana, al declarar
 que Dios "de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para 
que habiten sobre toda la faz de la tierra".  Luego muestra cómo, en 
todo el trato de Dios con el hombre, se puede seguir, como hilo de oro, 
su propósito de gracia y misericordia.  Fijó él "el orden de los 
tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en 
alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está 
lejos de cada uno de nosotros".*Hechos 17:23,26,27.
Oídlo
 en el tribunal de Festo, cuando el rey Agripa, convencido de la verdad 
del Evangelio, exclama: "Por poco me persuades a ser cristiano". *Hechos
 26:28. Con qué gentil cortesía le responde Pablo, señalándole su 
cadena: "¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino 
también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, 
excepto estas cadenas!"*Hechos 26:29.
Así
 transcurrió su vida, según él mismo dice, "en caminos muchas veces; en 
peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, 
peligros 68 de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el 
desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo
 y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en 
frío y en desnudez". *2 Cor. 11:26,27. 
"Nos
 maldicen -dijo-, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 
 Nos difaman, y rogamos"*1 Cor. 4:12,13, "como entristecidos, mas 
siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no 
teniendo nada, más poseyéndolo todo". *2 Cor. 6:10.
Hallaba
 gozo en el servicio; y al fin de su vida de trabajo, al echar una 
mirada retrospectiva a sus luchas y triunfos, pudo decir: "he peleado la
 buena batalla". *2 Tim. 4:7.
CONCLUSIÓN.
Estas biografías son de interés vital.  Para nadie son de más profunda importancia que para los jóvenes.  
Moisés
 renunció a un reino en perspectiva; Pablo, a las ventajas 
proporcionadas por la riqueza y el honor entre su pueblo, a cambio de 
una vida llena de responsabilidades en el servicio de Dios.  Para 
muchos, la vida de estos hombres se presenta como una vida de 
renunciación y sacrificio. ¿Fue realmente así?  Moisés consideraba que 
el oprobio sufrido por Cristo era una riqueza mayor que la de los 
tesoros de Egipto.  Lo consideraba así, porque así era.  Pablo declaró: 
"Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida 
por amor de Cristo.  Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como 
pérdida por la excelencia del conocimiento dé Cristo Jesús, mi Señor, 
por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a
 Cristo". *Fil. 3:7,8. Estaba satisfecho con su elección.
A
 Moisés le ofrecieron el palacio de los faraones y el trono del monarca,
 pero en esas cortes reales 69 se practicaban los placeres pecaminosos 
que hacen que el hombre se olvide de Dios, y él escogió antes "riquezas 
duraderas, y justicia". *Prov. 8:18. En vez de ligarse a la grandeza de 
Egipto, prefirió, unir su vida al propósito de Dios.  En vez de dictar 
leyes a Egipto, dictó, leyes al mundo, bajo la dirección divina.  Llegó a
 ser instrumento de Dios para dar a los hombres los principios que 
constituyen la salvaguardia, tanto del hogar como de la sociedad, que 
son la piedra angular de la prosperidad de las naciones, principios 
reconocidos hoy día por los más grandes hombres del mundo como 
fundamento de todo lo mejor que existe en los gobiernos humanos.
La
 grandeza de Egipto yace en el polvo.  Su poder y civilización han 
pasado.  Pero la obra de Moisés nunca podrá perecer.  Los grandes 
principios de justicia para cuya instauración él vivió, son eternos.
La
 vida de trabajo y preocupaciones de Moisés estaba iluminada por la 
presencia de Aquel que es el "señalado entre diez mil", "y todo él 
codiciable".*Cant. 5:10,16. Compañero de Cristo en la peregrinación por 
el desierto, compañero de Cristo en el monte de la transfiguración, 
compañero de Cristo en las cortes celestiales, Moisés llevó una vida que
 en la tierra bendecía a la par que recibía bendición, y que en el cielo
 fue honrada.
También
 Pablo, en sus múltiples labores, fue sostenido por el poder sustentador
 de la presencia de Cristo. "Todo lo puedo -dijo él- en Cristo que me 
fortalece".*Fil. 4:13. "¿Quién nos separará del amor de Cristo? 
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o 
peligro, o espada?. . . Antes, en todas estas cosas somos más que 
vencedores por medio de Aquel que nos amó.  Por lo cual estoy seguro de 
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades,
 ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
 otra cosa creada nos 70 podrá separar del amor de Dios, que es en 
Cristo Jesús Señor nuestro".
*Rom. 8:35-39.
*Rom. 8:35-39.
Sin
 embargo, hay un gozo futuro que Pablo esperaba como recompensa de sus 
labores, el mismo gozo por causa del cual Cristo soportó la cruz y 
despreció la vergüenza, el gozo de ver el fruto de su obra.  
"¿Cuál
 es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? -escribió a 
los conversos tesalonicenses-. ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro 
Señor Jesucristo, en su venida?  Vosotros sois nuestra gloria y 
gozo."
*1Tes. 2:19,20.
*1Tes. 2:19,20.
¿Quién puede calcular los resultados que tuvo para el mundo la obra de la vida de Pablo? 
 De
 todas las influencias benéficas que alivian el sufrimiento, consuelan 
la pena, refrenan el mal, elevan la vida por encima de lo egoísta y 
sensual y la glorifican con la esperanza de la inmortalidad, ¡cuánto se 
debe a las labores de Pablo y sus colaboradores cuando, con el Evangelio
 del Hijo de Dios, hicieron su viaje inadvertido de Asia a las costas de
 Europa!
¿Cuánto
 vale para cualquier vida el haber sido instrumento de Dios para poner 
en movimiento semejantes influencias benéficas? ¿Cuánto valdrá en la 
eternidad poder ver los resultados de semejante obra? 
(La Educación de E.G de White)  71  












