A fin de que los niños y los
jóvenes tengan salud, alegría, vivacidad y músculos y cerebros bien
desarrollados, deben estar mucho al aire libre, tener trabajo y recreación bien
regulados (Consejos para los Maestros, pág. 66).
Los niños deben ocupar bien
su tiempo. La debida labor mental y el
ejercicio físico al aire libre no quebrantarán el organismo de vuestros
muchachos. El trabajo útil y el
conocimiento de los secretos del trabajo doméstico serán de beneficio para
vuestras niñas y alguna ocupación al aire libre es positivamente necesaria para
su organismo y salud (Testimonies, tomo 4, pág. 97).
EJERCICIO Y AIRE FRESCO.
Los que no empleen sus
miembros cada día, se encontrarán débiles cuando traten de ejercitarlos. Las venas y músculos no están en condiciones
para efectuar su trabajo y mantener en acción saludable a toda la maquinaria
viviente, realizando su parte cada órgano del cuerpo. Los miembros se fortalecerán con el uso. El ejercicio moderado diario fortalecerá los
músculos, los cuales sin ejercicio se vuelven blandos y débiles. Mediante el ejercicio activo diario, el
hígado, los riñones y los 318 pulmones también se fortalecerán para realizar su
función.
Buscad la ayuda del poder de
la voluntad, que resistirá al frío y dará energía al sistema nervioso. Después de un corto tiempo, os daréis cuenta
del beneficio del ejercicio y del aire puro hasta el punto de que no viviríais
sin esas bendiciones. Vuestros pulmones,
desprovistos de aire, serán como una persona hambrienta desprovista de
alimento. Ciertamente, podemos vivir más
tiempo sin comida que sin aire, que es el alimento que Dios ha provisto para
los pulmones (Id., tomo 2, pág. 533).
LOS ESTUDIANTES ESPECIALMENTE
NECESITAN ACTIVIDAD FÍSICA.
La inactividad debilita el
organismo. Dios creó a los hombres y
mujeres para ser activos y útiles. Nada
puede aumentar la fortaleza de los jóvenes como el ejercicio adecuado de todos
los músculos en la labor útil (Signs of the Times, 19-8-1875).
TODAS LAS FACULTADES SE
FORTALECEN CON EL EJERCICIO.
Los niños y los jóvenes a
quienes se los mantiene en la escuela, atados a los libros, no pueden tener
sana constitución física. El ejercicio
del cerebro en el estudio sin el correspondiente ejercicio físico, tiende a
atraer la sangre al cerebro y desequilibra su circulación a través del organismo. El cerebro tiene demasiada sangre y ésta
falta en las extremidades. Debe haber
reglas para regir y limitar los estudios de los niños y los jóvenes a ciertas
horas, y luego una parte de su tiempo tiene que dedicarse a la labor física. Si sus hábitos de comer, vestir y dormir
están de acuerdo con la ley natural, pueden educarse sin sacrificar la salud
física y mental (Consejos para los Maestros, págs. 66, 67).
Enséñese a los niños, desde
sus más tiernos años, a llevar las más pequeñas responsabilidades de la vida y
se fortalecerán mediante el ejercicio las facultades así empleadas. Así los jóvenes pueden convertirse 319 en
colaboradores eficientes en la obra mayor a la que el Señor los llamará
después. . . .
Pocos han sido educados en
hábitos de laboriosidad, previsión y esmero.
La indolencia, la inacción, son la mayor maldición de los hijos de este
siglo. El trabajo saludable y útil será
una gran bendición para promover la formación de buenos hábitos y de un
carácter noble (Review and Herald, 30-8-1881).
HÁGANSE PLANES PARA QUE HAYA
UN TRABAJO VARIADO Y ALTERNADO.
Deben emplearse las activas
mentes y manos de los jóvenes, y si no se las dirige en tareas qué son útiles,
que las desarrollarán y bendecirán a otros, encontrarán ocupación en lo que las
dañe tanto en el cuerpo como en el alma.
Los jóvenes debieran
compartir alegremente las cargas de la vida con sus padres, y al hacerlo así
preservar una clara conciencia, que es positivamente necesaria para la salud
física y moral. Al hacer esto, debe evitarse
que se sobrecarguen en un mismo tipo de tarea durante un tiempo
prolongado. Si se mantiene a los jóvenes
ocupados con una sola clase de labor, hasta que la tarea se les haga tediosa,
alcanzarán menos de lo que podrían hacer si hay un cambio en el trabajo o
momentos de descanso. Si se usa la mente
con demasiado empeño, dejará de ser fuerte y se degenerará. Mediante un cambio en el trabajo, se
preservarán la salud y el vigor. No
habrá necesidad de desplazar lo útil con lo inútil, pues las diversiones
egoístas son peligrosas para la moral (Youth's Instructor, 27-7-1893).
EL CANSANCIO ES UN RESULTADO
NORMAL DEL TRABAJO.
Madres, no hay nada que
produzca tantos males como el retirar las cargas de vuestras hijas sin darles
nada especial que hacer, y permitirles que elijan su propia ocupación, quizá un
poco de tejido o de costura. Ejerciten
los miembros y los músculos. Si se
cansan, ¿qué significa eso? No os cansáis vosotras con vuestro 320 trabajo? ¿Se
perjudicarán vuestras hijas con el cansancio, a menos que sea exagerado, más de
lo que os perjudicáis vosotras? No,
ciertamente.
Seguramente se cansarán, pero
cuán agradable es el descanso después de un adecuado período de labor. El sueño, el dulce restaurador de la
naturaleza, revigorizará el cuerpo cansado y lo preparará para los deberes del
día siguiente (Signs of the Times, 10-4-1884).
POR QUÉ LA POBREZA ES CON
FRECUENCIA UNA BENDICIÓN.
Algunos piensan que las
riquezas y la ociosidad son ciertamente bendiciones; pero los que están siempre
ocupados y realizan alegremente sus tareas diarias, son los más felices y
disfrutan de mejor salud. . . . La sentencia de que el hombre debe trabajar para
ganar su pan cotidiano y la promesa de felicidad y gloria futura provinieron
ambas del mismo trono y ambas son bendiciones (Christian Temperance and Bible
Hygiene, pág. 97).
En muchos casos, la pobreza
es una bendición, pues impide que los jóvenes y los niños se arruinen por la
inactividad. Debieran cultivarse y
desarrollarse adecuadamente las facultades físicas y mentales. El primero y constante cuidado de los padres
debiera ser velar para que sus hijos tengan organismos firmes, que sean hombres
y mujeres sanos. Es imposible alcanzar
este propósito sin el ejercicio físico.
Debiera enseñarse a los niños
a que trabajen por su propio bien moral y salud física, aunque no hiciera
falta. Si se desea que desarrollen
caracteres puros y virtuosos, deben pasar por la disciplina del trabajo bien
regulado, que les hará ejercitar todos los músculos. La satisfacción de que
disfrutarán los niños al ser útiles y al practicar la abnegación para ayudar a
otros, será el placer más saludable de que puedan disfrutar (Testimonies. tomo
3, pág. 151). 321
LAS ACTIVIDADES MENTALES Y
FÍSICAS SON EQUIVALENTES.
No se debiera permitir que
los estudiantes sigan tantos estudios hasta el punto de que no tengan tiempo
para el ejercicio físico. No se puede
conservar la salud a menos de que se dedique una parte de cada día al ejercicio
muscular al aire libre. Debieran
dedicarse horas previamente señaladas para un trabajo manual de alguna clase,
algo que ponga en actividad todo el organismo.
Empléense por igual las facultades mentales y físicas, y la mente del
alumno será refrigerada. Si está
enfermo, con frecuencia el ejercicio físico le ayudará a recobrar la
normalidad. Cuando los estudiantes salen
del colegio, debieran tener mejor salud y una mejor comprensión de las leyes de
la vida que cuando entraron en él.
Debiera preservarse la salud tan sagradamente como el carácter
(Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 82, 83),
LA ENERGÍA JUVENIL: CUÁN
PRESTAMENTE SE DESPILFARRA.
La juventud que está en la
frescura y el vigor de la vida se percata poco del valor de su abundante
energía. ¡Con cuánta ligereza considera un tesoro más precioso que el oro, más
esencial para el progreso que el saber, la alcurnia o las riquezas! ¡Con qué
precipitación lo despilfarra! . . . En el estudio de la fisiología, debería
enseñarse a los alumnos a ver el valor de la energía física y el modo en que
puede ser conservada y desarrollada para contribuir en su mayor grado al éxito
en la gran lucha de la vida (La Educación, págs. 191, 192).
NO DEBE REPRIMIRSE LA
ACTIVIDAD, SINO DEBE GUIÁRSELA.
Nuestros hijos están como en
la encrucijada de los caminos. De todos
lados las mundanas seducciones al interés propio y al exceso los hacen desviar
de la senda que el Señor dejó trazada a sus rescatados. De la elección que hagan depende el que sus
vidas, sean bendición o maldición.
Rebosantes de energía, 322 deseosos de poner a prueba sus capacidades,
necesitan dar salida a su exuberancia de vida.
Activos serán para el bien o para el mal.
La Palabra de Dios no reprime
la actividad, sino que la guía y encauza.
Dios no le manda al joven que tenga escasas aspiraciones. Los elementos que constituyen un carácter
afortunado y considerado entre los hombres, es decir, el deseo irresistible de
hacer algo grande y hermoso, la voluntad indomable, la aplicación tenaz, la
perseverancia incansable, no tienen por qué ser desalentados. Mediante la gracia de Dios han de ser
dirigidos para la consecución de fines tan elevados por encima del egoísmo y de
los intereses mundanos, como lo son los cielos por sobre la tierra (El
Ministerio de Curación, pág. 377). 323
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