sábado, 10 de marzo de 2012

(VI) LECCIONES DE VIRTUDES PRÁCTICAS: 22. “La Diligencia Y La Perseverancia”


Satisfacción en las tareas cumplidas.
Con frecuencia los niños comienzan un trabajo con entusiasmo, pero de pronto se confunden o se cansan de él y quieren cambiar y realizar alguna cosa nueva. Así pueden comenzar varias cosas, desanimarse y abandonarlas; y así pasan de una cosa a otra sin perfeccionar ninguna. Los padres no deberían permitirles que esa tendencia al cambio domine a sus hijos. No deberían recargarse con otras cosas de modo que no tengan tiempo para disciplinar y desarrollar con paciencia su mente. Unas pocas palabras de ánimo, o un poco de ayuda en el momento debido, puede ayudarles a superar sus dificultades y desánimos; y la satisfacción que obtendrán de ver que la tarea ha sido completada los estimulará a mayores realizaciones.

Muchos niños, por falta de palabras de ánimo y un poco de ayuda en sus esfuerzos, se desalientan y cambian de una cosa a otra. Y llevan con ellos este triste defecto a la vida madura. Nunca logran convertir en éxito ninguna de las cosas que inician, porque no han sido enseñados a perseverar bajo circunstancias desanimadoras. Así toda la vida de muchos resulta un fracaso, porque no tuvieron una disciplina correcta cuando eran jóvenes. La educación recibida en la infancia y la juventud afecta toda su carrera en las ocupaciones de la vida madura, y su experiencia religiosa lleva la marca correspondiente (Testimonies, tomo 3, págs. 147, 148).

Los hábitos de indolencia son llevados a la vida madura.
Los niños que han sido mimados y a quienes se les ha dado siempre lo que quieren,  siguen esperando que se los atienda en esa forma; y si no se satisfacen sus expectativas, se molestan y desaniman. Esta misma disposición se verá en toda su vida; llegarán a ser inútiles, dependerán de otros para recibir ayuda, esperarán que otros los favorezcan y cedan a sus deseos. Y si encuentran oposición, aun después de que se hayan convertido en hombres y mujeres, piensan que se está abusando de ellos; y así llevan una vida descontenta, y difícilmente pueden valerse por sí mismos, a menudo murmuraban y se irritaban porque no todas las cosas las cosas les resultan bien (Id., tomo 1, págs. 392, 393)

Desarróllense hábitos de minuciosidad y prontitud.
Los niños han de aprender de la madre hábitos de aseo, esmero y prontitud. Dejar que un niño tome una o dos horas para hacer un trabajo que podría hacerse fácilmente en media hora, es permitiré formar hábitos dilatorios. Los hábitos de laboriosidad y de esmero serán una bendición indecible para los jóvenes en la escuela mayor de la vida, en la cual han de entrar cuando tengan más edad (Consejos para los Maestros, págs, 94, 95).

Un consejo especialmente para las niñas.
Otro defecto que me ha causado mucho desasosiego y problemas es el hábito que tienen algunas niñas de hacer funcionar su lengua, perdiendo precioso tiempo en conversaciones sobre temas sin valor. Mientras las niñas prestan atención a sus conversaciones, su trabajo queda sin terminar. Estos asuntos han sido considerados como cosa sin importancia, indignas de repararse en ellas. Muchos se han engañado en lo que se consideran cosas pequeñas. Las cosas pequeñas tienen una relación importante con el gran todo. Dios no pasa por alto las cosas infinitamente pequeñas que tienen  que ver con el bienestar de la humanidad (Youth's Instructor, 7-9-1893).

Importancia de "las cosas pequeñas".
Nunca desestiméis la importancia de las cosas pequeñas. Las cosas pequeñas proporcionan la verdadera disciplina de la vida. Mediante ellas el alma es enseñada para que crezca a la semejanza de Cristo, o para que lleve la semejanza del maligno. Dios nos ayude a cultivar hábitos de pensar, hablar, mirar, y actuar que testificarán delante de todos que hemos estado con Jesús y aprendido de él (Id., 9-3-1893).

Convertid los errores en escalones.
Enséñese al niño y al joven que todo error, toda falta, toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño hacia las cosas mejores y más elevadas. Por medio de tales vicisitudes han logrado éxito todos los que han hecho de la vida algo digno de ser vivido (Consejos para los Maestros, pág. 49).

(La Conducción del Niño de E.G. de White)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu Comentario